
En el fondo del alma
se instalan los respetos
que llegan con los besos,
nuevos, cada mañana.
A la cima más clara
ascienden los secretos
que bullen entre el suelo,
duro, por la esperanza.
Un palpitar eterno
del corazón etéreo
que nutre las culturas.
Crecer al compartirse,
sentir, al abrazarse,
sin lanzas ni armaduras.
“Drinos” Poema XLIX
© César Sobrón