
El teatro abre la posibilidad de poder percibir a los personajes en carne y hueso.
Para el autor, es una forma de fundir la realidad y la ficción. Al final, lo imaginado, como consecuencia de lo visto, se transforma en realidad sobre un escenario. Las emociones que flotan en la escena, por muy ensayado y medido que se tenga todo, siempre tendrán matices distintos en cada representación. Con cada representación los actores crecen y los personajes o se automatizan o adquieren matices en su volumen emocional.
El teatro posibilita la creación en grupo, entre personas, entre actores, entre personajes.