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Retrato forense del ave Fénix.

Fotografía: Aleko Álvarez

La noticia saltó. Una noticia importante. Salté de mi silla hasta el lugar de los hechos.

Un gran grupo de personas se arremolinaba en torno al cadáver. Unas, indignadas ante el cruel crimen. Otras, escépticas ante semejante espectáculo propagandístico. Algunas, regocijadas por la victoria conseguida. Cuerpos cubiertos con todo tipo de vestimentas, con torrentes de discursos acumulados en su interior fluían de aquí para allá, con mayor o menor ruido. Los volúmenes subían cuando faltaban las palabras para rebatir opiniones de lo más variopintas. En otros grupos la indignación se retroalimentaba con cada movimiento de la lengua, hasta que estallaban las soflamas en gritos unísonos y sucesivos superando en intensidad a una mascletá valenciana. La indignación por la agresión sufrida tenía más fuerza que la pólvora. Los gritos, los susurros y los cantos se expandían en todas las direcciones.

El hecho con el que me encuentro es un tropel de personas, en su mayor parte con la indignación estampada en el rostro, respondiendo a un crimen cultural.

A su vez, el crimen es la respuesta de alguien a la propuesta artística, que pretende recordar a la comunidad la importancia de un grupo de mujeres sobresalientes como representación del gran colectivo silenciado durante siglos.

La obra nace de la necesidad social de mantener un discurso de igualdad, porque las desigualdades permanecen y amenazan acrecentarse. Esa realidad social es captada por la alta sensibilidad de Zaida Escobar, Manu Cardiel, Lorena Zamora, Yolanda González, Aitor Almeida y J. Martínez, hasta construir un mural circular. Tiene tal fuerza la obra conseguida entre todos, que la respuesta agresiva del espectador impotente, ha sido rápida y ha disparado toda su ignorancia, toda su arrogancia sobre los rostros de las representadas con signos y pintadas.

Fotografías: Aleko Álvarez

Si algo ha demostrado Zaida, a lo largo de toda su carrera, es su capacidad para la colaboración y la improvisación. En vez de empeñarse en restaurar la obra tal cual estaba, ha preferido que, por ahora, ante el impulso de voluntad de participación de los vecinos, como respuesta a la agresión, se transforme en soporte de un grito colectivo por la igualdad real, los hechos. Hechos cotidianos en igualdad, desde la intimidad de las casas, hasta los más altos cargos del poder, pasando por las empresas… Un grito para exigir un respeto. Condensadas todas las palabras en un grito desesperado: ¡Pasemos a los hechos! Hagamos que cada ser tenga derecho a ser respetado tal cual es y sea valorado, justamente, por sus hechos. Ha llegado el momento de incrementar las colaboraciones para generar sociedades más cultas, más respetuosas, más maduras, más justas.

“Retratos y caricaturas en tiempos de pandemia”

© César Sobrón

8 de marzo de 2.021

Fotografía: Aleko Álvarez