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Retrato de lo invisible

Fotografía: © Fco. José Cano Tapia

Acercarse a los cristales, subir persianas, calles vacías. Cerrar los ojos, silencio. Abrir las fosas nasales, aire puro con aroma a tormenta pasada.

Son las ocho. Medio barrio, asomado a las ventanas, aplaude. Las palomas revolotean asustadas. Sirenas de ambulancia compiten con los mirlos en tragicómica serenata.

El pueblo apoya al personal sanitario, con aplausos efusivos. Los políticos utilizan las emociones generadas por la pandemia, en sus particulares batallas por el poder. Las morgues se van colmando. Muertos en soledad. Velantes sin muertos. Velantes en soledad. Duelos fríos y dolorosos carentes del calor de los abrazos. Hondas ausencias sin posibilidad de despedidas.

Lo invisible nos domina, nos aísla, nos frena, nos para, nos aboca a la miseria, nos pone contra las cuerdas. Lo invisible arrebata seres queridos, expande ausencias. Lo invisible nos interroga y nuestras arrogancias nos roban las respuestas. Lo invisible reta a la ciencia. Lo invisible, alimentado con la estupidez humana, crece y muta. Crecen los temores, aumentan las sumisiones. Lo invisible nos empuja a mirar de otras maneras más inquisitivas. Lo invisible nos incrementa el espíritu crítico. Con lo invisible se afianzan y tambalean creencias, a un mismo tiempo.

Se pasea, con el deseo, sobre el asfalto de las calzadas vacías. Miles de deseos paseamos por la calle Mayor, nos sentamos en las terrazas, charlamos relajadamente, tomamos el sol. Deseos transparentes. Deseos profundos. Deseos invisibles.

Para algunos, el fin de las vidas ajenas son números de estadística. Para otros, aunque no se atrevan a decirlo, les supone un gran alivio soltar lastre. Para la mayoría, cada ser arrebatado por lo invisible supone una pérdida insustituible.

Lo invisible nos tapa las bocas, pone sordina a nuestras palabras. Lo invisible nos amenaza y nos defendemos fabricando olas de angustia, medias tintas, cobardía, rencores acumulados, interesadas medias verdades, mentiras piadosas que tapen nuestras miserias. Lo invisible se expande. Las unidades se fragmentan, se recelan las alianzas. Gobiernan los temores y ambiciones insaciables por donde asoman los desgobiernos, mientras la ciudadanía camina, entre tanta bruma, hacia el abismo.

Lo invisible ha desnudado emperadores. La hipocresía que embadurna a algunos seres ha quedado al descubierto. En cuanto llegaron las vacunas, tenían que ser los primeros en salvarse de la amenaza. Aprovechando sus posiciones de poder y privilegio, se han apoderado de las vacunas de ancianos, mucho más vulnerables a ser devorados por lo invisible.

Lo invisible es tan poderoso que ha tambaleado y derribado gobiernos. Mientras lo invisible se propaga, los gobernantes se empecinan en lanzarse mamporros dialécticos sin límites de golpes bajos, al tiempo que hacen ojitos, con soflamas muy medidas, al pueblo hastiado e indignado por ser convocados de nuevo a las urnas por dirigentes que, en lo más importante del conflicto con lo invisible, se lían en escaramuzas entre ellos. Lo mismo que la vanidad empujó a la madrastra a mirarse en su espejito mágico, nuestros dirigentes desean transformarnos en gran espejo mágico para que les devolvamos la imagen deseada. ¿Tendrán las palabras adecuadas, capaces de apaciguar todas nuestras suspicacias bien rumiadas, frente a las pantallas, en la intimidad acogedora de nuestras casas?

Me pregunto si lo invisible llegó para avisar al emperador que anda desnudo, que tal vez le convendría mirarse al espejo antes de salir a la calle a presumir de buenas telas ante las buenas gentes.

¿Y si lo invisible, en realidad, sólo fuera la lupa con la que mirar a la humanidad para descubrir el lugar que le corresponde en el Planeta Tierra?

Lo invisible me mira a lo más íntimo del ser con sus ojos penetrantes para susurrarme con delicadeza que a todos los seres del planeta nos convendría aprender a ser compatibles y mientras esto no ocurra, el dolor, el sufrimiento y las muertes son inevitables, con olas y olas de terribles golpes desde lo invisible. La empatía frente al egoísmo. La armonía frente al conflicto.

Lo invisible nos corta la respiración. Nos atora las venas del cerebro, deshace pactos, colapsa hospitales, mata sanitarios, destroza familias, arruina empresas, acota los patios de los colegios, distancia niños, estresa padres…

El microscopio electrónico sólo puede captar los coronavirus, la cáscara material de lo invisible.

Retratos y caricaturas

© César Sobrón

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Homenaje a Miguel de Cerbantes

Música y voz: Pablo G. Suárez

Cautiverio 28 – 33 años

Una terrible tormenta
en el golfo de León
introdujo la tragedia,
rompió la formación
de la flota comercial /5
y quedó sola la Sol.
Frente a la costa de Rosas
el turco los apresó
y de capitán a esclavo,
en un momento, pasó. / 10

Las cartas que poseía
de alta recomendación
firmadas por Juan de Austria
aumentaron el valor
a pagar, por su rescate. /15
Nació el tiempo de dolor.

Miguel redactaba cartas,
para poder subsistir,
a los cautivos novatos;
no sabían escribir. /20
Cartas cargadas de llanto.
Cartas para transmitir
el dolor de ser esclavo
y, así, poder conseguir
el dinero del rescate /25

Rodrigo y Miguel sabían
que no podían pagar
los escudos requeridos
y comprar su libertad.
Prepararon una fuga /30
pero les salió muy mal.
Quedaron abandonados,
tuvieron que regresar
a los baños más oscuros,
con grilletes, además, /35
atados de pies y manos.

Pensaron cambiar de plan.
Decidieron liberar
a Rodrigo, con los bienes
del entorno familiar, /40
conseguir un barco fletar
donde poder escapar
Miguel y unos cuantos más,
escondidos en la cueva,
esperaban la galera, /45
ansiosos por embarcar.
Apareció la traición.
Les delató “el dorador.”

La tercera tentativa
fue en osadía creciente. /50
Su gran plan era el siguiente:
Enviar una misiva
para Martín de Córdoba,
regente militar de Orán,
con un moro de confianza/55
muy leal y muy prudente,
albergando la esperanza,
con los planes de un ataque
sorprendente sobre Argel
que liberara a Cerbantes/ 60
y a los cautivos con él.
Mas el moro fue apresado.
Por lo escrito en el papel,
condenado y empalado.

El cuarto intento de fuga /65
fue el más sofisticado
sin abandonar su lucha
hasta verse liberado,
con el renegado Exarque
consigue /una fragata /70
para que en ella embarquen
sesenta / esclavizados.
Blanco de Paz los delata.
Cuando Azán Bajá dicta
sentencia a ser empalado, /75
a quien, a Miguel, reciba
y proteja /en su casa,
por su voluntad se entrega.
La responsabilidad
asume toda/ entera /80
se sentía capitán
en una siniestra guerra,
guerra por la libertad.

Por su gran sinceridad
Por su firme valentía /85
Por su gran sabiduría
Por su alta calidad
Azán le mantuvo vivo;
muy cargado de cadenas,
para evitar los problemas/ 90
que le daba tal cautivo
de nobleza y dignidad.
Parecía protegido
por la gran divinidad
y mejor no importunar / 95
a la corte celestial.

En el último momento,
embarcado en la galera
con grilletes y cadenas,
terminaron los tormentos. /100
El trinitario, Juan Gil,
pagó quinientos ducados,
ni /uno fue perdonado,
y libre pudo salir.

Tras recabar documentos /105
para poder protegerse
de ataques sin fundamento
y conseguir defenderse
del fraile Blanco de Paz,
ante cualquier tribunal/110
rumbo a la patria embarcó.

En Denia, tierra tocó.
Con granada libertad,
sentía más bello el sol.
Más alta felicidad./115
Más intensa su pasión.
Más profunda su esperanza
de una vida mejor.


Miguel de Cerbantes. Su vida en canto (fragmento)

©  César Sobrón